Fado alegre e luzidío, do Ribatejo e de Lisboa
Concerts - Abril 07, 2014
Teatro Jovellanos - Espanha - 5.04.2014
Por buscar un ejemplo entre muchos, se puede citar el que canta Pedro Moutinho, con el poema de Jorge Rosa “Mais um día” y la música del fado castizo de Filipe Pinto “Meia noite”, que dice así: “Hoy el día amaneció / tan triste, tan triste / como siempre aconteció/desde el día que te fuiste // Lloró el cielo, lloré yo / lloró todo cuanto existe / Hoy el día anocheció / tan triste, tan triste (…)”. Y por esos derroteros continúa cantando la amargura del amor perdido.
Pero el fado no es solo triste, “el fado es todo lo que digo y lo que no sé decir”, escribió Anibal Nazaré. El fado también se alegra, ríe, celebra, pide, protesta, exulta…Y para comprobarlo no hay más que seguir oyendo fados, para encontrase con algunos ejemplos muy alegres y alentadores, como el de Artur Ribeiro “Rosinha dos limões” (Rosina la de los limones), una frutera del mercado, que “cuando ella pasa, menuda y llena de gracia / hay siempre un aire risueño en su mirada hechicera // Allí va, coqueta, cada día más bonita / y su vestido de seda tiene siempre aire dominguero (…) Quedo pensando que cualquier día de gracia / voy a comprar limones a la plaza y después me caso con ella”.
Y no digamos ya si son fadistas de las riberas del Tejo, donde no se cansan de exaltar y exultar su patria chica, sus caballos, la belleza de sus mujeres o la valentía de sus campinos (vaqueros a caballo). Por eso João Chora, que nació en Chamusca, una villa tan bonita como castiza, además de tocar la viola do fado, cantó esa elegía titulada “Fado do Ribatejo” de Pedro Barroso; o “Quinta feira d’Ascenção”, o “Fado pequenino”, u otros, con la nostalgia y con la luz de aquel cielo, la abundancia de las crecidas del Tejo, las tardes de toros o las noches de farra; con su voz poderosa y viril. Vino con Célia Leiría, que también es ribatejana, de Santarém, la capital del distrito, ciudad del gótico, con sus Portas do Sol, en la cima de los jardines del castillo, desde los que se contempla un ancho panorama de campos verdes en primavera, hasta el fondo de un horizonte lleno de vida, cruzado por el Tejo. Celia Leiría, con CD grabados y trayectoria internacional, cantó también fado de Lisboa, marchas fadistas, músicas populares y fados castizos, llenos de saudade. Les acompañaban Bruno Mira, con su guitarra portuguesa y Fernando Maia con la viola baixo, los dos músicos de clara carrera fadista; el primero más joven y Fernando Maia ya ha recorrido medio mundo. Interpretaron buena guitarrada, de las que hacen aplaudir y aplaudir.
No sé si se han fijado, pero los aplausos a las guitarradas, por regla general, suelen ser notablemente más largas que las que se dan a los fados cantados, porque las guitarras del fado pueden estremecer y en este caso también conmovieron hasta el escalofrío.
El fado es una lírica musical de sentimientos muy vitales y profundos. Por eso conmueve y por eso emociona, cuando “acontece”. Porque el fado no solo se canta, se toca y se escucha; el fado “ocurre”, “acontece”, dicen los portugueses. Y acontece cuando entre el poeta con su letra, el guitarrista con sus armonías, arpegios, vibratos, trémolos y melodías se unen con la voz que canta, sin olvidar que “o português, quando canta / o fado, bela canção / tem rouxinoes (ruiseñores) na garganta / e guitarras no coração”. Por todas estas cosas la noite de fados del Jovellanos, del sábado 5 de abril, fue, como otras veladas similares, una maravilla para los aficionados e incluso para los que hasta entonces no lo eran.
Ángel García Prieto
De la Asociación de Amigos del Fado de Asturias.
Por buscar un ejemplo entre muchos, se puede citar el que canta Pedro Moutinho, con el poema de Jorge Rosa “Mais um día” y la música del fado castizo de Filipe Pinto “Meia noite”, que dice así: “Hoy el día amaneció / tan triste, tan triste / como siempre aconteció/desde el día que te fuiste // Lloró el cielo, lloré yo / lloró todo cuanto existe / Hoy el día anocheció / tan triste, tan triste (…)”. Y por esos derroteros continúa cantando la amargura del amor perdido.
Pero el fado no es solo triste, “el fado es todo lo que digo y lo que no sé decir”, escribió Anibal Nazaré. El fado también se alegra, ríe, celebra, pide, protesta, exulta…Y para comprobarlo no hay más que seguir oyendo fados, para encontrase con algunos ejemplos muy alegres y alentadores, como el de Artur Ribeiro “Rosinha dos limões” (Rosina la de los limones), una frutera del mercado, que “cuando ella pasa, menuda y llena de gracia / hay siempre un aire risueño en su mirada hechicera // Allí va, coqueta, cada día más bonita / y su vestido de seda tiene siempre aire dominguero (…) Quedo pensando que cualquier día de gracia / voy a comprar limones a la plaza y después me caso con ella”.
Y no digamos ya si son fadistas de las riberas del Tejo, donde no se cansan de exaltar y exultar su patria chica, sus caballos, la belleza de sus mujeres o la valentía de sus campinos (vaqueros a caballo). Por eso João Chora, que nació en Chamusca, una villa tan bonita como castiza, además de tocar la viola do fado, cantó esa elegía titulada “Fado do Ribatejo” de Pedro Barroso; o “Quinta feira d’Ascenção”, o “Fado pequenino”, u otros, con la nostalgia y con la luz de aquel cielo, la abundancia de las crecidas del Tejo, las tardes de toros o las noches de farra; con su voz poderosa y viril. Vino con Célia Leiría, que también es ribatejana, de Santarém, la capital del distrito, ciudad del gótico, con sus Portas do Sol, en la cima de los jardines del castillo, desde los que se contempla un ancho panorama de campos verdes en primavera, hasta el fondo de un horizonte lleno de vida, cruzado por el Tejo. Celia Leiría, con CD grabados y trayectoria internacional, cantó también fado de Lisboa, marchas fadistas, músicas populares y fados castizos, llenos de saudade. Les acompañaban Bruno Mira, con su guitarra portuguesa y Fernando Maia con la viola baixo, los dos músicos de clara carrera fadista; el primero más joven y Fernando Maia ya ha recorrido medio mundo. Interpretaron buena guitarrada, de las que hacen aplaudir y aplaudir.
No sé si se han fijado, pero los aplausos a las guitarradas, por regla general, suelen ser notablemente más largas que las que se dan a los fados cantados, porque las guitarras del fado pueden estremecer y en este caso también conmovieron hasta el escalofrío.
El fado es una lírica musical de sentimientos muy vitales y profundos. Por eso conmueve y por eso emociona, cuando “acontece”. Porque el fado no solo se canta, se toca y se escucha; el fado “ocurre”, “acontece”, dicen los portugueses. Y acontece cuando entre el poeta con su letra, el guitarrista con sus armonías, arpegios, vibratos, trémolos y melodías se unen con la voz que canta, sin olvidar que “o português, quando canta / o fado, bela canção / tem rouxinoes (ruiseñores) na garganta / e guitarras no coração”. Por todas estas cosas la noite de fados del Jovellanos, del sábado 5 de abril, fue, como otras veladas similares, una maravilla para los aficionados e incluso para los que hasta entonces no lo eran.
Ángel García Prieto
De la Asociación de Amigos del Fado de Asturias.
Related Articles
Add Comment