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Hélder Moutinho, el fado en serio.

Concertos - Setembro 29, 2015
Los recitales de fado suelen ser en nuestro país una colección mejor o peor compuesta de canciones que el intérprete va desgranando para mostrarnos esa música misteriosa que tanto nos gusta.

Suelen hacerlo –en general- sin mucha gracia y lo que es peor, las más de las veces, como si se dirigieran a un público turista, cosa que le hace tanto bien al fado como los tablaos para guiris al flamenco. A veces alguna explicación didáctica, pero en fin, suelen ser ya historias trilladas. Sin embargo, Helder Moutinho, el hermano de en medio de Camané y Pedro Moutinho, nos demostró en la noche del viernes, en el Club del Centro Niemeyer, que puede haber otra forma de tejer una historia, una intención original y un recorrido interesantes mientras se cantan –con autoridad, elegancia y buen gusto- un buen puñado de grandes fados.

Acompañado a la guitarra portuguesa por Ricardo Parreira, en la “viola de fado” por Marco Oliveira y en la “viola baixo” por Ciro Bertini, Moutinho recorrió el barrio lisboeta de Mouraria –donde dicen que nació el fado- cantando y contando con sencillez cómo es la vida que vivimos y cómo pasa el amor por ella. Cómo nos sentimos y qué queda de todo eso. Y cantándolo con un registro más que notable, pues es un fadista solvente y competente, conocedor de los palos del género y de por dónde ha de dirigirse una “liturgia fadista” con respeto a la tradición. Con homenaje a poetas (Linhares Barbosa o Júlio de Sousa), a músicos como Fontes Rocha o Alfredo Marceneiro y mezclando el repertorio de su último disco “1987” con algunos clásicos, entre los que destacaron el fado “Loucura”, “Vielas de Alfama”, el “Fado Bailado” o el “Fado Isabel”. Nos dejó alguna pieza más conocida como “Lisboa Menina e Moça” o esa genialidad para finalizar, con la ayuda exquisita de Marco Oliveira cantando algunas estrofas, que es “Volta atrás Vida vivida”, todo un compendio de filosofía popular, (¡cómo lo cantaba Dona Argentina Santos!), que dice aquello de: “Dios mío cómo pasa el tiempo, decimos de cuando en cuando, al final el tiempo queda, es la gente quien va pasando…”

Algo de esa filosofía trajo Helder Moutinho. La de un fado sin más concesión que el respeto a la historia y a la ejecución sobria y comedida de uno de los grandes intérpretes de la música de Lisboa. Miguel Á. Fernández Fernández


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