Con el Fado, a mayor extensión menor comprensión
Concertos - Setembro 25, 2016
El principio lógico básico y tradicional (¿aristotélico?) de “a mayor extensión, menor compresión” se traduce al nivel coloquial por “el que mucho abarca, poco aprieta”.
Y eso ocurre con el fado en general y ha pasado en Trascorrales ayer y anteayer en particular; aunque, en todo caso el balance del acto puede considerarse positivo, porque lo pasamos bien y hubo buen ambiente entre todos, con Portugal y Asturias conviviendo, cenando y cantando fados.
El fado es intimista, emocional, sentimental y compartido de tú a tú en un nosotros de poetas, cantantes, músicos y espectadores. Y tiene sus límites: o bien se hace en un grupo reducido de personas, con tope en 30 o 40 como mucho, en el ambiente pequeño y acogedor de las casas de fado o pequeñas fiestas, que son su lugar natural; o bien en un teatro o un auditorio al aire libre, con megafonía y luces, que no ofrecen su lugar más propio, pero garantizan la actitud de silencio y atención del público.
En Trascorrales concurrimos más de 150 personas cenando, algunas poco silenciosas, había una barra de bar y sobre todo, estábamos rodeados por toda una plaza abarrotada de un horroroso “botellón” que traspasaba acústicamente los muros y ventanales del mercado que nos acogía como restaurante. Y no había ambiente para que los fadistas pudiesen hacer un fado intimista.
Me parece que Deolinda Bernardo canta mucho mejor sin megafonía, pero allí tenía que usar el micrófono y altavoces. También me parece que se dio cuenta enseguida y llevó un repertorio de fados demasiado populares, para turistas, como “Lisboa antiga”, “Uma casa portuguesa”, “Coimbra do chopal”, ”Canção do mar”, etc. y consiguió que el público interviniese con palmas y tarareos. Su compañero violista José Pires también cantó, muy bien, algunos fados de Alfredo Marceneiro, con una voz muy potente, limpia y clara; y José Carvalho, portugués residente en Asturias hace cuarenta años, muy aficionado y cantor, también interpretó tres buenos fados a pesar del barullo reinante.
Es un buen dato que haya habido tanta demanda para cenar con fado, los de la Asociación de Amigos de Fado de Asturias se alegran del éxito de la convocatoria, y los organizadores – que son comerciantes portugueses que ofrecen productos del país vecino en aquel espacio del Mercado de Trascorrales, organizados por una entidad cultural portuguesa denominada Progestur – también se deben sentir satisfecho por el éxito de público. Pero fue una lástima que no se consiguiese el sosiego deseable, para que todo hubiese sido mucho más fadista. No obstante hubo fado, que ya es un buen hecho y supongo que todos, o la mayoría salimos satisfechos. A ver si el año que viene se puede hacer mejor.
El fado es intimista, emocional, sentimental y compartido de tú a tú en un nosotros de poetas, cantantes, músicos y espectadores. Y tiene sus límites: o bien se hace en un grupo reducido de personas, con tope en 30 o 40 como mucho, en el ambiente pequeño y acogedor de las casas de fado o pequeñas fiestas, que son su lugar natural; o bien en un teatro o un auditorio al aire libre, con megafonía y luces, que no ofrecen su lugar más propio, pero garantizan la actitud de silencio y atención del público.
En Trascorrales concurrimos más de 150 personas cenando, algunas poco silenciosas, había una barra de bar y sobre todo, estábamos rodeados por toda una plaza abarrotada de un horroroso “botellón” que traspasaba acústicamente los muros y ventanales del mercado que nos acogía como restaurante. Y no había ambiente para que los fadistas pudiesen hacer un fado intimista.
Me parece que Deolinda Bernardo canta mucho mejor sin megafonía, pero allí tenía que usar el micrófono y altavoces. También me parece que se dio cuenta enseguida y llevó un repertorio de fados demasiado populares, para turistas, como “Lisboa antiga”, “Uma casa portuguesa”, “Coimbra do chopal”, ”Canção do mar”, etc. y consiguió que el público interviniese con palmas y tarareos. Su compañero violista José Pires también cantó, muy bien, algunos fados de Alfredo Marceneiro, con una voz muy potente, limpia y clara; y José Carvalho, portugués residente en Asturias hace cuarenta años, muy aficionado y cantor, también interpretó tres buenos fados a pesar del barullo reinante.
Es un buen dato que haya habido tanta demanda para cenar con fado, los de la Asociación de Amigos de Fado de Asturias se alegran del éxito de la convocatoria, y los organizadores – que son comerciantes portugueses que ofrecen productos del país vecino en aquel espacio del Mercado de Trascorrales, organizados por una entidad cultural portuguesa denominada Progestur – también se deben sentir satisfecho por el éxito de público. Pero fue una lástima que no se consiguiese el sosiego deseable, para que todo hubiese sido mucho más fadista. No obstante hubo fado, que ya es un buen hecho y supongo que todos, o la mayoría salimos satisfechos. A ver si el año que viene se puede hacer mejor.
Ángel Garcia Prieto
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